La historia de la luz ultravioleta

luz ultravioleta

En los inicios del siglo XIX, el científico alemán Johann Wilhelm Ritter hizo un descubrimiento relacionado con la radiación ultravioleta. Aunque este tipo de radiación ya existía antes incluso de la formación de la Tierra, su origen se encuentra en el sol y ha desempeñado un papel crucial en la aparición de la vida en nuestro planeta. Esto se debe a que la radiación ultravioleta actúa como un elemento reactivo fundamental en numerosos procesos bioquímicos.

 

Los Orígenes de la luz ultravioleta

Luz ultravioleta

Según se ha mencionado previamente, los orígenes de la luz ultravioleta se remontan al nacimiento del sol y a la emisión de la luz. Sin embargo, fue en el año 1671 cuando Isaac Newton comenzó a explorar y discutir sobre este tema en particular. Durante ese tiempo, Newton llevó a cabo experimentos utilizando un prisma triangular que descomponía un rayo de luz en diferentes colores. A partir de estos experimentos, Newton desarrolló la teoría de que la luz estaba compuesta por siete colores distintos. Esta concepción estaba influenciada por creencias previas de los sofistas y otras corrientes teológicas que atribuían significados relacionados con los colores.

En aquel entonces, no se tenía conocimiento de los fotones ni de la dualidad onda-partícula de la luz, y Newton concebía cada color como una partícula individual que formaba parte de la luz. Esta perspectiva se basaba en los conocimientos científicos y las teorías predominantes de la época. A medida que avanzó la investigación científica, se lograron descubrimientos y desarrollos posteriores que ampliaron nuestra comprensión de la naturaleza de la luz y la radiación ultravioleta.

 

Radiación Infrarroja – IR

En 1800, William Herschel realizó un descubrimiento relacionado con los rayos invisibles más allá del rango del color rojo, conocidos como «Rayos Calóricos». Herschel llevó a cabo un experimento en el cual utilizó un prisma para descomponer un rayo de luz en diferentes colores. Sin embargo, en lugar de estudiar los colores visibles, se enfocó en los efectos de la radiación que no se podían percibir por el ojo humano.

Durante su experimento, Herschel colocó un termómetro en cada uno de los colores resultantes de la descomposición de la luz. Observó que el borde del color rojo, más allá de los colores visibles, provocaba el mayor aumento de temperatura en el termómetro. Este descubrimiento le llevó a concluir que existían rayos invisibles más allá del rango del color rojo que tenían la capacidad de generar calor.

Los rayos calóricos descubiertos por Herschel posteriormente fueron identificados como radiación infrarroja, que se encuentra justo después del espectro visible de luz. La radiación infrarroja es invisible para el ojo humano, pero se percibe como calor debido a su capacidad para aumentar la temperatura de los objetos.

El experimento realizado por Herschel contribuyó significativamente a la comprensión de la naturaleza de la radiación y sentó las bases para el descubrimiento de diferentes tipos de radiación más allá del espectro visible.

 

Radiación Ultravioleta – UV

En 1801, Johann Wilhelm Ritter realizó un importante descubrimiento al investigar los rayos más allá del color violeta en el espectro de luz. Durante sus experimentos, Ritter observó que estos rayos eran capaces de oscurecer papel impregnado de cloruro de plata. Debido a este efecto, los denominó inicialmente «Rayos Desoxidantes» para diferenciarlos de los rayos calóricos descubiertos previamente. Sin embargo, posteriormente se les comenzó a llamar «Rayos Químicos» debido a su capacidad de provocar reacciones químicas.

En 1935, William H. Byler logró desarrollar lámparas que emitían luz ultravioleta, lo que abrió paso al estudio y aplicación de los diferentes tipos de radiación ultravioleta:

  • Los rayos UV-A tienen longitudes de onda más largas y pueden penetrar profundamente en la piel. Son responsables del bronceado y pueden contribuir al envejecimiento prematuro de la piel, como la aparición de arrugas y manchas oscuras.
  • Los rayos UV-B tienen longitudes de onda más cortas y se absorben en gran medida por la capa de ozono de la atmósfera. Sin embargo, una parte significativa de los rayos UV-B llega a la superficie terrestre y puede causar daños en la piel, como quemaduras solares. La exposición excesiva a los rayos UV-B puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de piel.
  • Los rayos UV-C tienen longitudes de onda aún más cortas y son absorbidos casi por completo por la atmósfera, por lo que representan un riesgo mínimo para la piel.

 

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UV en la actualidad

Hoy en día, la luz UV tiene numerosas aplicaciones que abarcan desde la estética con el bronceado, la seguridad antifraude monetario o la desinfección. Un ejemplo de ello es nuestra lámpara germicida Halo que incorpora luz UV-C. Gracias a ello, es capaz de desinfectar el aire y el espacio con su radiación que ataca directamente al genoma de números virus y bacterias del entorno, aportando seguridad a las personas en un entorno libre de gérmenes, hongos y bacterias perjudiciales para su salud.